Desde hace algún tiempo
estoy algo psicótico queriendo a como de lugar cumplir mi más grande y anhelado
sueño, ser cocinero. Pero no cualquiera, uno de los mejores, un cocinero con
todas las armas, como diríamos en mi país. Uno que posea todas las herramientas
necesarias para enfrentarse a una cocina profesional y no le tiemble la voz
para aportar algo que pueda funcionar en una receta para que esta sea perfecta.
Un cocinero que merezca la oportunidad de ser valorado como tal y que no
necesite de un título universitario para ser respetado. Porque estudiar y
prepararse para desempeñar un oficio es igual de duro que querer graduarse de
la universidad.
Felicito a todas aquellas
personas que de una manera u otra, luchan para conseguir un preciado título de
cualquier universidad, porque se necesita más que pasar un examen para estar
allí, se necesitan ganas, pasión, noches sin dormir, días completos
interpretando un libro, desayunos y almuerzos incompletos, fuerza de voluntad
para madrugar a diario y muchísimas cosas más. Pero me encantaría que todos
comprendieran que no sólo universitarios hay en esta vida, estamos los que
queremos triunfar pero siendo orgullosamente oficiantes, personas normales,
inteligentes y capaces de comerse el mundo con su trabajo al igual
que cualquier otro ser perseverante. ¿A que quiero llegar? A que tengamos la
idea clara de que ser universitario o ser estudiante de un oficio, siempre
llevaran consigo un mismo peso, un mismo esfuerzo. Es el momento de abrir
nuestras mentes y dejar cualquier pre-juicio atrás, no es justo que a diario
mucha gente sea pisoteada por no haber obtenido un papel firmado por una
universidad, es simplemente basto juzgar a alguien por ello. Nacimos para
vivir, vivimos para cumplir nuestros sueños, y si en nuestros sueños está ser
carpintero, costurera o sastre, herrero, cocinero, o cualquier otra cosa que
implique un oficio, ¿Por qué no tenemos el derecho de serlo? ¿Por qué no
tenemos el derecho de ser un oficiante y merecer el mismo respeto de un
ingeniero?...
Lo grandioso de la vida,
es que con todos los golpes que nos da, tiene un único jugador principal, un
protagonista, y siempre serás tú. El que llevará la batuta para elegir que
hacer, con que ganarte el pan que le llevarás a tu familia en el futuro y todo
esto para construir tu felicidad. Claro que siempre tendrás a
ese arbitro que te sacará tarjeta rojas y amarillas cuando
lo merezcas, que te dará la fuerza que necesitas para tener merecido tu
lugar en el mundo y que sólo se puede ganar siendo honesto, humilde,
respetuoso, solidario. Si te respetas tú como persona, si respetas tu
elección, estás sólo a un paso de hacer que los demás te respeten a ti por lo
que eres y por lo que haces.
Yo quiero ser cocinero, ya
estoy completamente seguro de ello y he aprendido a querer esto tanto como
cuando algún día pensé ser ingeniero. La cosa no es hacer lo que
"la gente cree bien", sino, lo que tú quieres hacer, siempre y cuando
tengas en mente que al momento de hacer algo y notes que estás dañando a un
tercero, vas por mal camino. ¿Quieres ser abogado? ¡Perfecto!, ¿Quieres ser
barbero? ¡Perfecto!, ¿Quieres ser contador y cocinero a la vez? ¡Perfecto! Pero
siempre procura ser el mejor, eso te hará grande. No te conformes con un segundo
lugar, se ambicioso (de los buenos eh?!).
Algún día alcanzaré
mis metas, con el favor de Dios y estaré esperando siempre con brazos abiertos,
a los que quieran darme un fuerte abrazo porque los hago sentir orgullosos
de mi proyecto de vida. Orgullosos de que este chamo estudió igual que los
demás, pero eligió ser un oficiante empedernido de la cocina.
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